septiembre 4, 2008

Muchas personas en todo el mundo, ya sea por esa «inconveniente» costumbre que tienen a veces de pensar por si mismas, ya sea golpeadas de forma violenta por la realidad mediante algún tipo de crimen que los haya tocado de cerca, van despertando poco a poco del sueño del multiculturalismo, dándose cuenta de que mas que de un sueño, se trata en verdad de una pesadilla impuesta por ley.

En Holanda, país que hace menos de diez años se creía la cúspide de la «modernidad multirracial», y que veía a las demás sociedades como países retrasados y «fascistas» que debían seguir su ejemplo de tolerancia ciega con las llamadas «minorías», la gente esta cayendo poco a poco en la cuenta de que la realidad no es como los medios y los políticos «progre» se la pintaban.

El aumento de la criminalidad por parte de los no-blancos, las violaciones, asesinatos, la formación de bandas de delincuentes indígenas o fanáticos árabes y africanos musulmanes, y la degradación social creada por las «minorías» racialmente ajenas al pueblo holandés, son solo algunas de las causas que están empezando a exigir una posición mas realista y coherente con la realidad de la convivencia multirracial en ese país.

Otro país en el que últimamente se vienen viviendo intensamente los «beneficios del multiculturalismo» es Francia.

Con un sistema de transportes que se encuentra entre los mejores del mundo, los franceses tienen cada vez mas miedo de subirse a un tren. En enero del 2006, por ejemplo, una banda de 20 norafricanos tomó un tren por asalto, aterrorizando, asaltando y abusando sexualmente de los pasajeros durante 5 horas.
Son también de conocimiento publico a nivel internacional los destrozos que ejecutaron bandas de negros y árabes en los suburbios de Paris, donde quemaron cientos de autos y vehículos de toda clase, incendiaron colectivos con sus pasajeros adentro y mantuvieron a los franceses encerrados en sus casas en su propio país durante días.

Italia, el hartazgo de los napolitanos blancos ultrajados y violentados constantemente por inmigrantes gitanos provenientes de Rumania (donde dicho sea de paso, también se dedican a abusar de los blancos), causo que el pueblo tuviera que levantarse por su cuenta para incendiar distintos «campamentos» gitanos de las cercanías desde donde cometían sus crímenes.
En ese mismo país el gobierno tomo la acertada, aunque no suficiente, decisión de sacar al ejercito a la calle para proteger al nativo italiano de la criminalidad gitana y africana, obteniendo como respuesta la «condena» de los políticos anti-blancos que integran el Consejo de Europa y la Unión Europea, que prefiere gobernar a una población mestiza, sin identidad y fácilmente manejable antes que a un pueblo blanco, sano y seguro de si mismo.

Así se ve que la fanáticamente impuesta «tolerancia» parece ser valida solamente cuando se trata de las mal llamadas «minorías», y que la «integración en armonía racial» no es tan real como dicen los medios, ni siquiera con los injustos beneficios legales, culturales y económicos para el inmigrante africano y asiático que otorga Europa sumados a la constante persecución, ridiculización y censura de toda opinión tendiente a la defensa de la identidad y autodeterminación de los pueblos blancos.

En Chile, si bien el tema es evitado a toda costa por los medios salvo en contadas ocasiones en las que solo lo hacen de forma histérica e irracional pintándonos una imagen de «bolivictima» pacifica y perseguida por los «malvados chilenos racistas», la situación no es muy distinta que en Europa.

El chileno  es constantemente basureado y pisoteado por las hordas de inmigrantes racialmente ajenas a el, que se instalan en poblaciones o barrios enteros utilizándolos como aguantaderos para realizar toda clase de actividades ilegales, ya sea explotándose entre ellos, instalando talleres ilegales o, lo que aun es peor, creando organizaciones delincuenciales que se dedican a matar, golpear, robar, violar  o a destruir nuestra juventud enviciándola con drogas y arrastrándola a la delincuencia. Hay barrios en los que salir a la calle y llegar vivo a destino depende más de la suerte que de otra cosa-.

No se intenta con este discurso asignar la totalidad de la culpa de la criminalidad rampante que azota a los chilenos  únicamente a la inmigración racialmente ajena y descontrolada que sufre nuestro país. Obviamente muchos criminales son tan chilenos y blancos como nosotros, incluyendo a muchos de los que la promueven desde sus cargos públicos cuya única preocupación real en materia de seguridad es que el pueblo blanco y honesto  no se levante en armas y salga a cazar chorros y corruptos.

Aun así, es evidente que el ingreso de estos elementos racialmente ajenos a los que se suele denominar «minorías», dándoles un tinte de victima y desventaja que no les corresponde, es un factor de delincuencia y violencia enorme y un gran porcentaje del crimen callejero es ejecutado por estos invasores consentidos por el poder publico. Si bien no son la única causa de la inseguridad, son un titánico e innegable catalizador positivo que la multiplica y la promueve entre la población local.

Mientras tanto, la presidente Bachelet y la tropa de politicos de la concertacion, no han abierto la boca ni una sola vez para referirse al tema de la criminalidad o de su «hermana menor», la inmigración descontrolada, y en cambio sigue con su venganza ideológica personal por los desaparecidos del gobierno del General Pinochet años, cuando hoy mismo la inseguridad ha tomado la forma de un verdadero genocidio.

Hello world!

septiembre 4, 2008

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